Lo que para todo niño en la ciudad a sus catorce años es común dedicarse a estudiar y jugar, como parte de su desarrollo infantil, para la pequeña Kathiel del Carmen Amador, fue el inicio de entrar en contacto con la producción de arroz y hortalizas en los campos fértiles del Valle de Sébaco, acompañando a sus padres Álvaro y Ana, quienes también se dedican a esta importante labor, como trabajadores agrícolas.
Con sus pequeñas manos, tomaba la regadera y también extraía las malezas entre las plantas de tomate, zanahoria, chiltoma y arroz, siendo su primera experiencia con la madre tierra, que luego con el pasar del tiempo aprendió a fertilizarlas y cosecharlas.
Pero además de trabajar, sus padres nunca descuidaron su educación, pues sus estudios primarios y secundarios los realizó por las tardes en el colegio de la comunidad Sabana Verde, ubicada a 97 kilómetros de la capital Managua, luego de concluir su jornada de trabajo.
Al entrevistarla, fue imposible no notar el orgullo inmenso al saber que con su trabajo hace posible garantizar la seguridad alimentaria en cada hogar nicaragüense. “De Sébaco sale la mayor producción de arroz y hortalizas para abastecer al mercado nacional, por lo que me siento feliz de saber que cumplo una función útil para mi país”, asegura Kathiel.
“Cuando voy a trabajar me levanto a las 3 de la mañana, a preparar lo que voy a comer en el campo, gallo pinto, cuajada y tortilla, a las cinco ya estoy en el trabajo, la jornada comienza a las 6, te dan tiempo que comás a las 9 y termino a las 12. Llevo chaqueta, botas y agua. En la tarde hago tareas escolares y domésticas, me gusta leer bastante y entretenerme con el teléfono un ratito”, relata Kathiel.
Al finalizar su bachillerato en el 2023, no se puso a pensar qué carrera estudiar, porque según su testimonio, el contacto con el campo le marcó su destino: ser agrónoma. “Desde que inicié mi secundaria ya sabía que existía la UNA y la carrera que con ansias quería estudiar, para llevar mis conocimientos a los obreros del campo y a los pequeños productores, pero también, tener mis tierras y hacerlas producir”, revela con mucha seguridad hoy en su voz de adolescente.
Es por esta razón, que ella hoy a sus 17 años junto a sus amigos de infancia Edwin, Emmanuel y Danilo, también trabajadores agrícolas, iniciaron el sábado 13 de enero su primer encuentro de estudio en la modalidad semipresencial la carrera de Ingeniería Agronómica, la que le da la oportunidad de continuar trabajando en el campo, esto como parte de la restitución de derechos a la educación superior, gratuita y de calidad que brinda nuestro Buen Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional a los miles de jóvenes del campo y la ciudad.
“Decidí estudiar en la Agraria porque es una de las universidades más reconocidas para estudiar todo lo que tiene que ver con el agro y sé que todo esfuerzo tiene su recompensa y primeramente Dios, lo lograré”, aseguró Amador con entusiasmo, minutos antes de entrar al aula de clases.